El Mirador, capital del Reino Kan
En el corazón de la selva petenera, entre los límites del norte de Guatemala y México, surgió hace más de tres mil años un sistema de ciudades del Preclásico medio al Preclásico tardío maya: Cuenca El Mirador.

Su gran extensión —que abarca hasta 19 ciudades, conjunto conocido como Estado Kan— y antigüedad hacen pensar que ese conjunto urbano se constituyó en uno de los primeros asentamientos de la civilización maya en las tierras bajas.
Los primeros vestigios se fechan en el 1000 a. C. Luego, el apogeo, entre el 500 y el 300 a. C., hasta su final, en el 150 d. C.
En su apogeo, el sistema de organización política y administrativa los llevó a construir edificios monumentales, entre los que destaca la pirámide más grande del mundo —en volumen—, conocida como La Danta.
El Mirador debe su nombre a los chicleros de la zona, quienes solían subir a las pirámides para apreciar desde su cúspide el horizonte petenero.
Si bien fue descubierta en 1926 por F. Vans Agnew y Enrique Shufeldt, de una compañía chiclera, el sitio tuvo varias visitas como la de Silvanus Morley, en 1937. Luego, en 1962, el arqueólogo Ian Graham levantó un mapa arquitectónico del sitio.
No fue sino hasta 1989 cuando comenzó una investigación, con la dirección de Richard Hansen, de la Universidad de Idaho, que se mantiene a la fecha como parte de un programa de investigación multidisciplinaria y de conservación de la zona.
Origen y esplendor
Las primeras evidencias de asentamiento humano en el sitio datan del 2400 a. C., según restos de polen de maíz. “Los húmedos pantanos fueron aprovechados para construir terrazas agrícolas”, explica Hansen.
Una vez que formaron los sistemas agrícolas, pudieron organizarse, pues carecían de agua. Para sobrevivir, centralizaron la autoridad para captar agua, por lo que construyeron reservorios y canalizaron el líquido, el cual guardaban para toda la población. “Eso requiere formación de gobiernos”, asegura el experto.
Los estudios de suelos de la cuenca indican que están rodeados por sierras kársticas que rodean el área en el lado guatemalteco, en forma triangular. Y estos son distintos a los suelos de los alrededores de la zona petenera.
Sobre esa base desarrollaron una arquitectura de grandes dimensiones en ciudades como El Mirador, que era la capital de ese complejo; Nakbé, Tintal, Wakná, Xulnal y Paixbán, entre otras urbes, que abarcan unos dos mil 500 kilómetros cuadrados de extensión, del lado guatemalteco.
Fue en el Preclásico tardío cuando se alcanzó el máximo esplendor, y se construyeron estructuras que llegaron a medir de 40 a 72 metros, como La Danta, la más conocida.
“La arquitectura desarrolló una monumentalidad tan masiva que no se repetiría en la historia maya”, indican los documentos del Simposio Arqueológico.
Ese “desarrollo precoz y único”, como lo describe Hansen, requirió gran organización política, social y económica.
Otro de los hallazgos sorprendentes es que las ciudades se conectaron por medio de grandes calzadas, las cuales llegaron a medir de 24 a 40 metros de ancho, entre dos y cuatro metros de alto, y longitudes de hasta 25 kilómetros, como lo muestran los vestigios encontrados entre Nakbé y El Mirador.
Para ello se habían especializado en la preparación de cal y la extracción de piedra de las canteras.
El diseño y distribución de esos grandes edificios respondió a un patrón religioso y político. Para ello utilizaron un modelo “triádico”, es decir, de tres estructuras sobre una plataforma, que corresponden a la cosmología maya.
Además, mascarones que representan a seres divinos y paneles para decorar las pirámides. Uno de esos es el friso de Hunapú e Ixbalanqué, en el 2009.
Colapso
Poco a poco las construcciones fueron terminando y las calzadas empezaron a cubrirse de vegetación.
Una de las teorías de Hansen es que el abuso de recursos en la zona comenzó a debilitarlos. Por ejemplo, construyeron pisos de hasta 40 centímetros de grosor o pisos encima de otros, explica.
“Quemaban mucha madera verde, desnudaron su bosque, aunque no había necesidad, y se excedieron porque había capacidad de hacerlo”, indica el especialista.
Fueron necesarios muchos experimentos con especialistas para determinar la cantidad de madera que se necesita quemar para obtener cal.
Para entonces, Hansen calcula que los habitantes en El Mirador eran cerca de 200 mil y hasta un millón en el conjunto de la cuenca.
Se aclara que las teorías del colapso son multicausales. La sequía, la depredación, las guerras y las enfermedades los obligaron a abandonar las ciudades, explica Hansen.
“El colapso en El Mirador fue enorme y rápido, con pisos llenos de vasijas in situ. Es como si hubieran dejado la mesa puesta hace dos mil años”, indica.
Se cree que algunos de los habitantes se asentaron en Calakmul.
Investigación
El programa de Cuenca El Mirador, uno de los más grandes en el país, se ha enfocado en cuatro áreas de investigación, indican los textos del Simposio Arqueológico.
El primero es el origen de la complejidad cultural en la zona, con un marco geográfico natural. Luego, la dinámica social, política, económica y ecológica que se originó en esta zona específica. El colapso de esa complejidad en los primeros 200 años d. C. y, por último, en la conservación cultural y natural de la zona para las futuras generaciones.
Hansen sabe que bajo esa milenaria ciudad aún quedan maravillas por descubrir, un diamante en bruto que considera el corazón del mundo maya.
Origen
En el Preclásico medio se registró el comienzo de la ocupación de sitios como
Nakbé, aunque se encontraron hallazgos de polen de maíz del 2400 a. C.
300 A. C. - 150 D. C
Apogeo
Desarrollaron arquitectura monumental, con pirámides como La Danta —que alcanzó los 72 metros de altura— sistemas de calzadas y mascarones decorativos.
Final
Se identificó para entonces un paro de la construcción y de la ocupación de la ciudad, por la cantidad de cerámica y herramientas de piedra halladas en el suelo.
Descubrimiento
Los empresarios del chicle F. Vans Agnew y Enrique Shufeldt, de P.W. Shufeldt Company, descubrieron el sitio. En 1937 fue la primera visita arqueológica de Sylvanus Morley, del Instituto Carnegie.
Investigación
El Proyecto Regional de Investigaciones Arqueológicas comenzaron trabajos formales en el sitio, a cargo de Richard Hansen. Este trabaja con financiamiento privado nacional e internacional.
Programa cuenca el mirador
Una esperanza de desarrollo sostenible
El programa Cuenca El Mirador, en la frontera norte de Petén, también abarca parte de Campeche, México.
Desde hace más de 30 años, el arqueólogo Richard Hansen trabaja en el sitio. Llegó como estudiante, pero ahora se ha convertido en director de un plan multidisciplinario que incluye arqueología, biología, geología, genética, educación y capacitación turística para las comunidades cercanas a la zona. El codirector nacional es Édgar Suyuc.
El acceso al sitio es limitado por la distancia y la falta de servicios. Se encuentra a 650 kilómetros de la capital y el poblado más cercano es Carmelita, a 64 kilómetros.
El traslado es posible solo por vía aérea o cuatro días en mula —ida y vuelta— en medio de la calurosa selva petenera.
Tal como los antiguos mayas, los investigadores han ideado sistemas para la recolección de agua. Por eso, el trabajo de campo se programa entre mayo y septiembre, en la temporada de lluvia. Los campamentos cuentan con un promedio de 350 trabajadores.
El resto del año se examinan las piezas en laboratorios.
Parte del plan incluye un programa de guías comunitarios. Así, después de la jornada de trabajo, reciben clases de lectura, escritura, finanzas y convivencia familiar. “La idea es darles una esperanza para ayudarlos a salir de la pobreza”, dice Hansen.
El sitio también mantiene vigilancia permanente, para evitar el saqueo.
En 1992 se instaló personal, y a la fecha cuenta con 28 vigilantes. Otra de las metas es detener la deforestación de esa reserva, que según la Nasa es de grandes proporciones.
La difusión de los hallazgos arqueológicos de Cuenca El Mirador ha permitido contar con un sistema de financiamiento privado de empresas nacionales, agrupadas en Fundación Pacunam y organizaciones como Fares (Fundación para la Investigación Antropológica y Estudios Ambientales, en inglés), presidida por el actor Mel Gibson, que destinan fondos para continuar con el programa.
Cerámica
Escena de una mujer sentada sobre un trono de jaguar y su pareja. En el Preclásico tardío, el arte tuvo más detalles.
Garra de jaguar
La estructura 34 de El Mirador, conocida como Templo de la Garra del Jaguar, muestra los mascarones hacia las deidades y la estructura de plataformas.
Friso
Hansen muestra el friso a base de estuco donde los hermanos Hunapú e Ixbalanqué se sumergen en el agua. El hallazgo fue presentado en el 2009.
Cerámica
Vaso con escena de hombre-jaguar y una de las figurillas halladas en los sitios de excavación.